Bajo que sol agobiante,
He redimido yo mi alma.
Y vendida al mejor postor.
Se han llevado mi esperanza.
Sólo aquel esquivo error,
De sentirme inmortal,
La daga que dió su puntada final.
Desangró de penas mi inocencia.
No debí creer que amor,
Se escribía sólo en letras,
Cuando beberlo no bastó...
Más que mil lágrimas crédulas.
Sentirse inmortal, enamorado, eternamente dichoso, es maravilloso; lo malo es creérselo.
ResponderEliminarbesos
Pero es que cuando uno ama de verdad lo hace de forma crédula.
ResponderEliminarNo puede hacerlo de otra forma.
Besos.